La avena ha demostrado su capacidad de prevenir enfermedades coronarias gracias a su contenido en fibra soluble de betaglucano, que también se encuentra en la cebada.
Además de la fibra, la avena es un alimento rico en vitamina B y E, fósforo, tiamina, magnesio y zinc.
Como indica la Universidad de Harvard en un artículo, la avena contribuye a retardar la digestión, aumentar la saciedad y, en consecuencia, a bajar de peso.
A su vez, gracias a su contenido en betaglucano, la avena ayuda a regular el colesterol y el azúcar en sangre.
También es un alimento rico en compuestos fenólicos y fitoestrógenos, que reducen los efectos dañinos de la inflamación crónica asociada a patologías cardiovasculares y la diabetes.
Su alto contenido en fibra consigue mejorar la regularidad intestinal y disminuir los episodios de estreñimiento.
Un metanálisis concluyó que tomar 3 gramos diarios de fibra soluble de betaglucano, que proviene de la avena, reduce los niveles de colesterol en sangre en 12 puntos.
En otro ensayo, realizado a 298 adultos con diabetes tipo 2, los participantes consumieron de 50 a 100 gramos diarios de avena integral, y mostraron una reducción significativa de la glucosa en sangre tras las comidas.
Eso sí, el efecto beneficioso de la avena se pierde cuando la combinamos con azúcares, sodio y otros aditivos, tal y como ocurre con la avena instantánea.
Shang advierte que “cargar la avena con azúcar, sodio u otros aditivos puede disminuir o contrarrestar rápidamente sus beneficios para la salud”, y recomienda consumir siempre la avena en su forma menos procesada.