El salmorejo original no posee pimiento alguno, aunque algunas personas lo echen y esté buenísimo, pero que lo sepáis, el salmorejo es pan, tomate, aceite, vinagre y sal, y lógicamente su guarnición.
Pues bien, anteriormente al ancestral salmorejo, existió un plato traído por los romanos que se llamaba mazamorra, el cuál era un plato que se conocía como una mezcla de pan, almendras huevo duro, ajo, aceitunas negras, aceite, vinagre y sal, aunque en un primer lugar llevaba pan, sal, ajos y aceite todo ello majado en un mortero.
Según Raimundo García del Moral, "en el olivar andaluz siempre se ha dicho que la mazamorra era la base de la alimentación de los vareadores de aceituna, y tan necesario era su uso que si no sobraba pan del día anterior se sustituía por alguno de los tipos de “harina de pobres” que en Andalucía se manejaban, como la de altramuces, la de habas secas y dicen algunos, que en el periodo de hambruna que siguió a la conclusión de nuestra Guerra Civil, incluso se empleó hasta la harina de almortas.
Con la expansión del cultivo del tomate en España durante el siglo XVIII, este ingrediente se incorpora al salmorejo como modo natural de enriquecer, e incluso amortiguar, su bravío sabor a ajo, pues no en vano en Andalucía se llama “jamón de huerta” a aquella excepcional hortaliza.
Fue con la llegada de las maquinas batidora en los años 60 cuando empezó a transformarse en lo que hoy entendemos como salmorejo cordobés, y también el gazpacho andaluz, de ahí que os dijera antes que no es locura pensar que ambos surgen de la misma época.
Probablemente en Córdoba, lugar de dónde es sabido que es originario este puré vegetal, lo pongan en casi todas las casas, pero en los restaurantes y más en verano, lo dudo mucho.
Yo me quedo con el que probamos en Paquito Diaz en Baeza en Jaen, sencillamente impresionante.
En mi modesta impresión, no se puede hacer un salmorejo mejor.