Los tres son pequeñas cantidades de alimentos que se ingieren antes o entre comidas principales para impulsar el apetito.
El objetivo de este servicio es estimular el apetito de los asistentes a media mañana.
Debido al momento en que se sirve, los alimentos presentes en un “brunch” son una mezcla de lo que comeríamos en un desayuno y a media mañana.
La composición más común es: embutidos, mantequilla, mermeladas y bollería diversa, que se suelen acompañar con zumos, leche, café, chocolate o té.
Se sirve antes de la comida o cena y se suele servir en instancias previas a los banquetes de boda.
Hay que destacar que la palabra “lunch” también se emplea para hacer referencia a una comida tipo bufé.
Pero, dado a que se ofrecen como antesala a un almuerzo o cena, no se tienen que servir alimentos que hagan desaparecer el apetito de los invitados.
Es por ello que están basados en saladitos, jamones, bocaditos, gambas, fritos de calamares, pequeños sandwichs, entre otros.
En efecto, se combinan con aperitivos fríos y calientes, incluso se pueden acompañar con cualquier tipo de bebidas (con o sin alcohol) como refrescos, mocktails, vermouth, vino tinto, vino blanco, finos, etc.
Vendría siendo el hermano del “brunch”, pero la diferencia es que se sirve entre la cena y el almuerzo.
Es decir, lo que hace unos años atrás conocíamos como merienda cena.
Se le ha acuñado el término “drunch” porque suena más glamuroso, resultando una forma de estimular el apetito a través del sentido auditivo.
Este tipo de aperitivo está basado en raciones de canapés, sandwichs y tapas acompañados por refrescos, vino, cerveza, agua, cava…
Es decir, son alimentos un poco más consistentes que los que se ofrecen en un “brunch”, y más abundante que una merienda intermedia.