La diferencia entre el clarete y el rosado se basa en 2 aspectos: se elaboran de forma diferente y las uvas utilizadas son distintas.
El rosado es un vino que se elabora en “blanco” es decir se realiza un sangrado del deposito para eliminar las pieles y fermentar solo el mosto resultante, al igual que se elaboran los vinos blanco.
En función de las horas que las pieles están en contacto con el mosto, la cantidad de color será mayor o menor.
Por ello, en el rosado es obligatorio que al menos el 50% de las uvas sean tintas y la mayoría de las veces estos porcentajes son muchos mayores.
Por tanto, el rosado es un vino que proviene de la maceración de las pieles de las uvas que están en el depósito para luego “sangrar” ese liquido y pasar a una fermentación sin hollejos a baja temperatura para potenciar los aromas primarios de la uva.
En el caso del clarete hablamos de un vino de aspecto rosado pero fermentado al estilo del vino tinto.
La legislación obliga a que un mínimo de las uvas que se usan para la elaboración sean tintas, en concreto el 25%.
El clarete pasa por ser un “vino tinto” elaborado con mucha uva blanca.
No debemos dejarnos engañar y pensar que la calidad del vino es inferior.
Es un vino interesante, de color muy ligero, con mucha fruta en nariz y en boca, y la delicadeza del vino blanco con un poco más de estructura debido a la aportación de taninos de las pieles de uva tinta.