No es una fórmula demasiado habitual en la gastronomía tradicional, antes era habitual que los productos del mar se sirvieran con vino blanco. En general, todo el mundo asocia el pescado con el vino blanco y, más allá de la costumbre, hay una razón objetiva que invita a hacerlo. La ausencia de tanino en él ayuda a potenciar el sabor suave y exquisito de los pescados y los mariscos. Sin embargo, en realidad, la cuestión hábito es la principal causa de esta asociación. No obstante, maridar el vino tinto con los frutos del mar y del río también proporciona estupendas sensaciones. En muchos casos, aportan contrastes y matices diferentes que enriquecen la experiencia gastronómica. El pescado con vino tinto es una gran opción. Las preferencias individuales son suficiente argumento para consumir pescado con vino tinto. Aunque la tradición invita a combinar con blanco, la fusión tinto y pescado también es válida. De hecho, permite disfrutar de sensaciones renovadas y, a menudo, obtener matices originales que nos permiten reinventar la experiencia.