Leyendas y mitos alrededor del asados en Navarra
Martín Armendáriz
2025-11-06 16:36:22
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El protagonista de la leyenda es Teodosio, un caballero navarro que vivió en tiempos del rey Witiza, en el siglo octavo. Descendiente del linaje de los Goñi, al casar con doña Constanza de Butrón y Vianda, pasó de vivir en la casa de sus padres o palacio viejo, a la casa de su esposa llamada Larrañarenetxea. Eran tiempos de guerra en que los pueblos del norte de la península ibérica se defendían de la invasión musulmana, y Teodosio hubo de abandonar su casa y marchar a la guerra. Tras una larga ausencia pudo volver a su valle natal y poco antes de avistar su pueblo, en el término conocido como Errotabidea se cruzó en el camino con un peregrino, que en realidad era el demonio disfrazado, quien le dijo que su esposa Constanza le era infiel con un criado y que éste compartía con ella el lecho conyugal. La tradición popular que surge a consecuencia de la leyenda mantiene que la efigie de madera del Arcángel que se venera actualmente en el Santuario, fue dejada por San Miguel en su aparición. También mantiene esta tradición que las cadenas que permanecen colgadas en el exterior de la capilla son las que llevó Teodosio hasta su liberación. El conjunto del Santuario está levantado sobre la propia sima donde moraba el dragón aniquilado, que únicamente se comunica con el templo, a través de un pequeño hueco existente a la derecha del altar de la capilla interior. Julio Caro Baroja deslinda completamente el contenido de la leyenda y la realidad histórica y resalta el valor de aquélla como producto del alma popular de Navarra. La obra que más enfatiza este origen es la del padre Tomás de Burgui que aporta detalles minuciosos sobre el suceso. Un siglo más tarde, el novelista Francisco Navarro Villoslada recrea la situación con todo el lujo romántico en su célebre novela “Amaya o los vascos en el siglo octavo”.