La temperatura y la cantidad de líquido que contienen las sopas son dos variables clave.
Por una parte, el calor reconforta, relaja y brinda cierta sensación de alivio y por otra, el líquido que se ingiere permite hidratar el organismo.
La hidratación es importante en todo momento, pero a la hora de recuperarnos de una gripe, por ejemplo, resulta indispensable.
Mediante la hidratación podemos: Evitar que se sequen las membranas mucosas de la boca, los ojos, la nariz, etc.
La humedad viene a ser un componente esencial en la salud del sistema respiratorio.
Las sopas para combatir la gripe se encuentran entre los clásicos remedios de las abuelas y lo mejor de todo es que son aptas para pacientes de todas las edades.
Nos referimos en especial a aquellas sopas que contienen pollo, curry, pimienta y ajo.
Un estudio publicado en el año 2000, por la revista médica Chest, explica que la sopa de pollo tiene elementos similares a los fármacos para el tratamiento de la gripe.
Esta carne blanca libera acetilcisteína (un aminoácido que se utiliza para combatir enfermedades respiratorias), esto permite que se aflojen las secreciones.
Dicho estudio mostró que la sopa de pollo inhibe de forma significativa en la quimiotaxis, impidiendo que las bacterias se adhieran.
Por otra parte, la sopa de pollo mantiene hidratado y nutrido al paciente.
Aumentar la ingesta de líquidos (agua, zumos de frutas, y, por supuesto, las sopas para combatir la gripe).