Conviene comer unas tres o cuatro horas antes de la competición, y la principal recomendación es que esa comida sea ligera pero equilibrada, con aproximadamente un 30% de proteínas de buena calidad, como las que encontramos en el pavo, de fácil digestión y con pocas grasas. Además, es importante que en este tiempo previo nos hidratemos bien con agua, infusiones, zumos vegetales o agua con sales minerales. Las frutas y verduras aportan micronutrientes con una importante actividad antioxidante, que ayudan a combatir el posible deterioro de las articulaciones por una excesiva acumulación de radicales libres. La competición genera radicales libres y la acumulación de ácido láctico y otros metabolitos en el organismo del deportista. Para neutralizar sus niveles necesitamos productos que provengan del reino vegetal, como zumos de frutas, de verduras, o fruta y verdura fresca. También es necesario recuperar el agua que se ha perdido. En la fase de recuperación activa una correcta hidratación y alimentación son elementos clave para el deportista amateur y de élite.