Según Charles Spence, profesor de psicología experimental en la Universidad de Oxford, el secreto para superar cualquier fobia vegetal es una visita al centro del jardín.
Uno de sus mejores consejos es reproducir sonidos agudos y tintineos a los niños al momento de comer.
Afirma que este «sazón sónico» como lo llama elimina los sabores amargos y realza la dulzura.
Otras sugerencias para hacer que los niños quisquillosos comieran sus verduras incluyeron arreglar los alimentos sobre una foto antes de comer y jugar con frutas y vegetales, actividades que según Spence estimulan la familiaridad con la comida.
En su libro, Gastrophysics: The New Science of Eating, Spence también señala el uso del «sazón sónico» en experimentos con Heston Blumenthal, cuando el par descubrió que las notas agudas y tintineos realzaban la dulzura de los dulces de caramelo con sidra.
Los científicos también han afirmado que el uso de nuestras manos para comer hace la experiencia más placentera, a diferencia de los cubiertos.
La única manera real de probar la teoría de Spence es ve al jardín para hacer una parrilla, haz sonar unas campanas y asa un poco de col.