Debes tener en cuenta que hay señales que nos pueden indicar cómo de frescas son las piezas que se venden.
Aunque los comercios tienen la obligación de ofrecer el pescado lo más fresco posible, puede haber excepciones y por ello, desde la Organicación de Consumidores y Usuarios (OCU), dan cinco consejos básicos para saber si el pescado es fresco.
Mirar el color de la agalla: este debe ser rojizo, nunca amarronado, puedes pedir al pescadero que te enseñe la agalla para comprobarlo.
Fijarse en los ojos del pez: tiene que ser brillantes, vivos y salientes, que nunca estén hundidos.
El pescado ha de estar terso y firme, cuanto más, más fresco será.
Cuanto más tiempo pase desde que murió el animal más blando se pone y, por tanto, es menos fresco.
Que sea brillante.
Si lo comparas con otro que brille menos lo notarás enseguida: a más brillante, más fresco.
Revisar el recubrimiento de la tripa del pez.
Ha de estar completo y brillante.
La de la merluza, por ejemplo ha de ser negra y brillante.
Además, el organismo también proporciona otro tipo de consejos como en qué fijarte para saber si una pescadería es de fiar, entre los que se encuentran que el pescado esté envuelto en hielo o sobre una cama de él, o que no rocíen el pescado con agua, pues puede ser una manera de enmascarar la falta de frescura, al hacer que el pescado brille más.
La OCU también explica lo que se debe indicar en el etiquetado del pescado fresco: el nombre comercial, el método de producción pesca extractiva, pescado en aguas dulces, criado o de acuicultura, marisqueo), el nombre de la zona de captura o cría, el modo de presentación (eviscerado, con o sin cabeza, cocido, fileteado, descongelado, otros) y el peso neto (si es envasado).