Generalmente, los vinos blancos secos y aromáticos se consideran ideales para acompañar platos de pescado. Variedades como el Sauvignon Blanc, el Chardonnay, y el Albariño son excelentes opciones, ya que su acidez equilibrada y sus notas cítricas complementan la delicadeza del pescado. El vino blanco es el acompañamiento tradicional para el pescado principalmente debido a su acidez y frescura. Estas características ayudan a resaltar los sabores sutiles del pescado sin abrumarlos. Además, el perfil de sabor de muchos vinos blancos incluye notas minerales y de frutas cítricas, que armonizan bien con la ligereza de los platos de pescado. El Albariño, proveniente de Galicia, España, es una opción excelente por su capacidad para complementar la salinidad natural del marisco. Otras opciones incluyen el Vermentino y el Picpoul de Pinet, ambos conocidos por sus sabores vibrantes y refrescantes que realzan el sabor del marisco. Un Pinot Grigio o un Chardonnay sin envejecer en barrica pueden aportar una acidez luminosa y notas cítricas a la marinada, realzando el sabor natural del pescado sin sobrecargarlo. El salmón, con su textura rica y sabor característico, va bien con vinos blancos de cuerpo medio a completo, como un Chardonnay con una ligera crianza en barrica. La merluza, un pescado blanco y delicado, se complementa maravillosamente con vinos ligeros y afrutados como el Sauvignon Blanc o un Verdejo español. Para el lenguado, un pescado fino y de sabor suave, se recomienda un vino blanco seco y delicado, como un Viognier o un Pinot Blanc. El atún, conocido por su carne firme y sabor más intenso, se puede disfrutar con vinos blancos de cuerpo medio que tengan una acidez refrescante y una estructura firme, como un Rosado provenzal o un Marsanne-Roussanne. Los platos de pescado con especias o influencias étnicas, como la cocina asiática o latinoamericana, se benefician de vinos con dulzura residual y alta acidez, como un Gewürztraminer o un Riesling semi-dulce.