El granado es una especie típica de los ambientes templados-cálidos, que se resiente de las temperaturas por debajo de los – 10 °C. Por este motivo, se ha difundido, sobre todo, en el centro y sur de Italia, aunque también se cultiva en el norte, pero, donde, es mejor, buscar zonas expuestas al sol y añadir una protección radical.
Esta planta prefiere terrenos ligeros y no sujetos a estancamientos de agua.
Si el sistema para el cultivo de granados se va a situar en terrenos muy arcillosos, se aconseja mezclar arena con la tierra de excavación de la plantación.
El granado tolera sin problemas la cal y la falta de hierro en el terreno, porque es una especie, que aprovecha condiciones poco óptimas, hablando en términos de elementos nutritivos.
Para plantar el granado, los periodos indicados son el otoño y el inicio de la primavera, mientras que se han de evitar el pleno invierno, por el frío, y los periodos demasiado lluviosos en los que el terreno se moja y resulta impracticable.
Las disposiciones de las plantas dependen del vigor que dichas plantas pueden asumir.
Si optamos por la formación de árbol y los terrenos son especialmente fértiles, se contempla un desarrollo mayor y es oportuno mantener 4 o 5 metros de distancia entre cada planta y entre las filas, mientras que, en terrenos pobres, y optando por una formación arbustiva, podemos dejar distancias de 3 metros entre las plantas.