Durante el tiempo que los musulmanes estuvieron en la Península Ibérica introdujeron en los campos de cultivo de lo que hoy es España un repertorio de alimentos que resultaron ser un rotundo éxito gastronómico.
Cítricos como las naranjas, hoy en día es difícil imaginarse nuestra dieta sin la presencia de cítricos como las naranjas.
En época musulmana se cultivaba un tipo de árbol llamado cidro, cuya naranja se usaba sobre todo para la elaboración de miel de azahar.
Además, también se introdujeron otros árboles cítricos como el naranjo de Sevilla, el limonero, el limero y probablemente lo que actualmente llamamos el pomelo.
Los musulmanes lo trajeron desde el noroeste de la India y de ahí se extendieron por las tierras del mundo medieval islámico.
Otro clásico actual de nuestro carrito del súper es la berenjena, en la cultura árabe de entonces era considerado un manjar.
A pesar de que hay dudas de su origen, hay fuentes que constatan que los egipcios ya consumían esta deliciosa fruta en el Antiguo Egipto en el 2.400 a.C, siendo posteriormente acogido por el Imperio Romano y por los musulmanes, que fueron los que se encargaron de traerlo a la Península Ibérica.
Esta planta, que tantas alegrías al paladar nos ha dado durante siglos, fue probablemente descubierta por los árabes conquistadores en el antiguo imperio sasánida, concretamente en los valles del Tigris y el Eufrates, en el siglo VII d.C.
De ahí fue transportada hacía Levante, Egipto y, a través del África del norte llegó hasta la Península Ibérica.
Uno de los alimentos más icónicos del continente asiático, fue descubierto por los árabes en la India y en Mesopotamia e introducido por ellos, probablemente por la misma ruta que la caña de azúcar, hasta Levante, Egipto, el África del norte, España y el África occidental.