La magia de la marinada: Marinar la carne no solo le da sabor, sino que ayuda a ablandarla. Los ingredientes ácidos como el vinagre, el zumo de limón, el yogur o incluso el vino descomponen las proteínas, haciéndola más tierna. Mezcla el ácido con aceite y tus especias favoritas, deja la carne en remojo al menos 2 horas o mejor, toda la noche y notarás la diferencia. El poder del mazo de cocina: Para pelear con un filete o un trozo de carne delgada, el mazo de cocina es tu mejor amigo. Dale unos golpes para romper las fibras. Y si no tienes mazo, usa una botella de vino o el rodillo. Cocciones largas y lentas: Si la carne es dura, cocínala como si tuvieras todo el tiempo del mundo. Los guisos, estofados o recetas al horno a baja temperatura hacen que el colágeno se transforme en gelatina, dejando la carne súper tierna. Aquí el truco es paciencia: baja el fuego, tapa la olla y déjala hacer chup-chup durante horas. Sal: el aliado inesperado: Frota la carne con sal gruesa y déjala reposar entre 30 minutos y 1 hora antes de cocinarla. La sal actúa como un ablandador natural, ayudando a descomponer las fibras. Eso sí, aclara bien la carne antes de cocinarla para que no quede demasiado salada. Bicarbonato de sodio: el truco de la abuela: Esto parece brujería, pero funciona de maravilla. Espolvorea un poco de bicarbonato sobre la carne y déjala reposar unos 20-30 minutos antes de cocinarla. Después, aclárala bien para quitar el exceso y listo. El bicarbonato alcaliniza la carne, lo que ayuda a que quede más tierna. Carne de ternera o buey: Ideal para marinadas con vino tinto, cocciones largas en estofados o al horno a baja temperatura.