La elección entre carrillera de cerdo o ternera puede influir en el resultado final del plato. Cada tipo de carrillada ofrece distintas texturas y sabores, donde también influirá el tipo de carne utilizado, pues no sabrá igual un corte de carne de cerdo ibérico de bellota, que otro tipo. La carrillera exterior es la parte más expuesta de la mejilla, con una textura fibrosa que se vuelve suave y muy jugosa tras una cocción prolongada. La carrillera interior, por otro lado, tiene una textura más delicada y menos fibrosa, con un mayor contenido de grasa intramuscular, lo que le da un sabor más profundo y jugoso. La carrillera interior es más fácil de trabajar para conseguir una textura tierna sin tanto tiempo de cocción, aunque también se beneficia del fuego lento para que la grasa se funda y la carne se vuelva aún más sabrosa. La diferencia en textura y sabor permite utilizarla en recetas más refinadas y delicadas, perfectas para incluir en menus de restaurante, donde la carne es protagonista y se busca resaltar su jugosidad y su textura aterciopelada. La carrillera exterior sirve especialmente para platos de cuchara como estofados, guisos y otros platos de invierno que requieren de una carne consistente que no pierda forma y mantenga su sabor. La carrillera interior se presta muy bien a técnicas de cocción a baja temperatura, aunque con menos tiempo que la carrillera exterior debido a su suavidad natural.